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Noches de Magia #2

  • Foto del escritor: Jheyder L. Ruiz
    Jheyder L. Ruiz
  • 17 jul 2020
  • 3 Min. de lectura

Que hermosa locura es el amor, en ésta ocasión quiero contar la historia de un chico que cayó rendido ante una persona excepcional, una obra de arte; y cómo se ha convertido en un guardián de momentos, un ladrón de canciones, y es que, cuando la ilusión del amor llega a nuestra vida nos transforma de maneras que nunca sospechamos.

Celebremos la ilusión, brindemos por el amor y enloquéscamos juntos en esta noche de magia.


Soñé contigo una vez más... No sé porque tengo esta necesidad de llamarte en mi mente, pero sigo aquí, aguardando por ti.




El ladrón.

Prosa de Jheyder L. Ruiz


Conocí a una persona, que tenía magia en ella, no encontraba palabras para describirle, siempre era mucha perfección. Yo entendí entonces que él es una obra de arte, no una de imitación barata de cualquier mercadillo; el hombre era arte puro. Quedé impresionado cuando lo escuché hablar, fue sorprendente como el sonido de una voz, su voz; fue penetrando en mi persona y lo sentía en cada fibra, en cada nervio, caí en un trance, un hechizo, yo sólo podía pensar en que quería más de él. Cuando apareció en mi vida yo me encontraba en las sombras, y de pronto todo estaba tan lleno de claroscuros, ya no era todo obscuridad, había misterio y un je ne sais quoi, “un no sé qué”, descubrí entonces su naturaleza ruda de artista revolucionario y sí, quizá aparentaba estar un poco loco. Con el tiempo, pude comprender un nuevo mundo, un horizonte se extendió frente a mí, lleno de probabilidades, pero él se fue, dejando su estela sobre mí, esas ondas magnéticas en mis aguas. ¿Cómo fue posible? Sin habernos tocado ni visto podía sentirme tan conectado a él. Decidí seguir su rastro, como un ladrón, que espera pacientemente a un costado de la obra, y es que me enamore de una criatura inalcanzable, pues no lo quiero físicamente, lo que yo quiero va más allá de todo eso. Entiendo que al final, todo es perecedero, pero la magia nos queda. Y eso fue lo que sucedió con él, magia entre canciones, poemas y fotografías. Cada canción que cuenta una historia, cada noche hablando del cosmos y de pronto, a las ganas que tienes de vivir la vida. Aun cuando se alejó, yo sigo aquí recorriendo sus pasos, rebuscando en mis sueños sus sonidos y aromas. Yo soy el ladrón, amante de su arte, esperando el día que la vida lo atraiga y nos conecté nuevamente. Aunque no puedo tocarle, no puedo verle, sus ecos resuenan en mí. Todo lo que se dijo y que a la vez, nada fue dicho. Porque esta sensación bonita, es el recuerdo de una noche de primavera, yo contando salmos de historias y él, enseñándome de la importancia de la vida. No puedo decir cuánto duele, esperar por el día en que regrese, pero aprendí que se debe ser paciente. Y cada día cuando llega la hora azul, comienzo a llamarle sin palabras, conforme avanza la noche, suena la música en una playlist formada de trozos de historias, pincelazos y bosquejos de quien es él y quién soy yo. Guardo una esperanza, algún día la magia nos alcanzará, entonces nos encontraremos en el camino, a la mitad. Estaré esperando paciente, observando entre rendijas, aguardando el momento.

Y ahí estas, inalcanzable a kilómetros de distancia; una obra maestra de la cual me he enamorado, la cual observó a la distancia, esperando el momento de tomarla y rodearla. Esperanzado de que me dirija la mirada y encuentre en mí, lo que yo en él.


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